LOS HIJOS DE SADAKO


Uno de esos cuadros que te anima a pintar porque el proceso te regala mucho más de lo que eres capaz de realizar. En principio solo pretendía pone unas cuantas máscaras rojas grandes en un espacio oscuro, alguna referencia que vi y me gustó. Pero me quedó tan mal que me fui dejando llevar y el color granate del fondo se mezcló con negro y azul, y luego blanco empastado con espátula pequeña.

Detalle del hijo varón.
Proceso veloz y febril, casi ajeno, donde se fue formando la figura de esta terrorífica mujer a la que al rato le aparecieron estos niños de la mano. Brochazos firmes, seguros, sin apenas rectificación. Estaban perdidos en un bosque que lentamente se fue transformando en ciudad. Quizá suburbios de Tokio en los años cincuenta. Por decir algo. Yo no estuve allí. Aunque quizá regrese.

En cuanto a quién es Sadako, os dejo que investiguéis. Pero no les auguro nada bueno a sus hijos.

Es de los cuadros de proceso tan feliz que, contra mis normas, he decido regalármelo a mí mismo. Gracias. De nada.

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